En España, hablar de vivienda es hablar de angustia, precariedad y expulsión. Es hablar de jóvenes que no pueden emanciparse, de familias que destinan más del 47% de su sueldo al alquiler, de un mercado que ha decidido que tener un techo es una inversión, no un derecho. Pero, pese a este drama cotidiano, ¿qué titulares dominan los informativos y las tertulias políticas? La "okupación". Un fenómeno minoritario y marginal que los medios y algunos partidos presentan como una amenaza masiva. Mientras tanto, el verdadero problema se escapa entre rendijas: la conversión de nuestras ciudades en parques temáticos turísticos, la financiarización de la vivienda y la completa claudicación del Estado ante los fondos buitre.
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Fachada Edificio Turístico |
La gran estafa de la vivienda en España: cuando el turismo y la especulación nos expulsan
La obsesión con la "okupación": mucho ruido, poca estadística
El 0,06%. Esa es la proporción de viviendas afectadas por okupaciones denunciadas respecto al parque total de viviendas en España. Incluso tomando la estimación más alta, que incluye inmuebles de grandes tenedores o en litigio, la cifra apenas llega al 0,3%. Es decir, menos de 1 de cada 300 viviendas estarían "okupadas". Aun así, es habitual ver cómo medios generalistas abren telediarios con imágenes de pisos invadidos, vecinos aterrados y familias desahuciadas por delincuentes. Esta narrativa vende miedo, pero oculta que el mayor problema no es la okupación ilegal, sino la especulación legalizada.
Viviendas turísticas: el monstruo silencioso
Frente a ese 0,3% de viviendas okupadas, España ya supera las 400.000 viviendas turísticas anunciadas en plataformas como Airbnb, Booking o Vrbo. En ciudades como Málaga o Barcelona, hasta el 47% de las viviendas en ciertas zonas están destinadas al turismo. En Madrid, Sevilla o Palma, los porcentajes también son alarmantes. Este fenómeno desvía stock residencial al turismo, reduce la oferta de alquiler permanente y eleva los precios para quienes buscan una vivienda para vivir, no para pasar un fin de semana.
Los datos lo confirman: el alquiler ha subido un 29% entre 2021 y 2024, frente a una subida salarial del 7,4%. Comprar una casa tampoco es mejor opción: la vivienda usada se ha encarecido un 25% en el mismo periodo, tres veces más que los salarios. En paralelo, 6 de cada 10 viviendas se compran al contado, no para residir, sino para invertir. Solo el 14% de las hipotecas se usan para comprar una primera vivienda. ¿De qué okupación hablamos cuando el verdadero secuestro de la vivienda lo perpetran inversores y fondos?
Una maquinaria diseñada para expulsarte
El mercado inmobiliario español no busca ofrecer techo, sino rentabilidad. En ciudades como San Sebastián (6.784 €/m²), Madrid (6.011 €/m²) o Barcelona (5.083 €/m²), vivir se ha convertido en un lujo. Baleares ha superado los 5.000 €/m², marcando no solo un récord económico, sino una frontera ideológica entre los que poseen suelo y los que lo pisan. La vivienda es ahora una herramienta de extracción de rentas, un producto financiero diseñado para que unos pocos ganen y muchos pierdan.
Fondos como Blackstone, Caixabank y Sareb acaparan decenas de miles de viviendas, muchas de ellas alquiladas a precios abusivos o vacías. El 57% del parque inmobiliario está en manos de fondos o multipropietarios, y en muchos casos, mantener las casas vacías o turísticas es más rentable que alquilarlas a largo plazo. Esta situación no es fruto del mercado, sino de una decisión política de no regular, no intervenir y no construir vivienda pública suficiente.
La vivienda pública y el miedo a tocar el suelo
Mientras tanto, la construcción de vivienda pública sigue en mínimos históricos. Se construye un 70% menos que hace 20 años. El déficit actual se sitúa entre 400.000 y 600.000 viviendas, y se estima que harán falta 3,7 millones hasta 2039. ¿La respuesta política? Tibieza, miedo y parálisis. Los ayuntamientos, que tienen el poder de modificar los PGOU para habilitar suelo, temen litigios y no actúan. Sin suelo urbanizable, no hay vivienda nueva, y sin vivienda nueva, los precios suben.
Y cuando se intenta legislar, como con la nueva Ley de Vivienda estatal, la norma se diluye, se vacía y se convierte en un papel mojado. Las zonas tensionadas donde podrían aplicarse límites al alquiler son mínimas, y los grandes propietarios simplemente cambian el tipo de contrato: de alquiler permanente a alquiler turístico, temporal o por habitaciones. En Barcelona, el 47% de las viviendas en alquiler lo son ya de temporada. Un agujero legal, fomentado por la inacción.
¿Qué pasa con los medios?
Los grandes medios de comunicación no son ajenos a esta distorsión narrativa. ¿Por qué se informa tanto sobre okupas y tan poco sobre fondos buitre? ¿Por qué se alimenta el miedo a perder la casa por una usurpación y no por un fondo extranjero que compra 20 pisos en tu barrio? ¿Por qué se visibiliza el caso aislado de un particular y se ignora el 85% de pisos turísticos en el centro de Málaga?
La respuesta está en los intereses. Muchas empresas de comunicación están participadas por bancos, aseguradoras o fondos de inversión, que a su vez tienen intereses en el mercado inmobiliario. Lo que se presenta como "libertad de mercado" es, en realidad, una colonización del espacio urbano y mediático por parte del capital.
¿Y ahora qué? Alternativas frente al desastre
El problema no es sencillo, pero sí tiene soluciones, si existe voluntad política:
- Limitar drásticamente la vivienda turística, como han hecho Berlín o Lisboa.
- Aumentar los impuestos a viviendas vacías y bonificar las alquiladas.
- Impedir la compra de viviendas por parte de empresas y no residentes, como en Canadá.
- Construir un parque público de vivienda permanente siguiendo el modelo vienés, donde el 60% de la población vive en vivienda protegida.
- Disuadir la vivienda como inversión mediante cambios fiscales y financieros.
- Regular el alquiler con topes en zonas tensionadas reales, no simbólicas.
La lucha por el derecho a vivir
La vivienda no es un lujo. Es un derecho constitucional (artículo 47) que ha sido saboteado por décadas de políticas liberales, intereses inmobiliarios y negligencia institucional. La okupación no es el problema: es la excusa perfecta para no hablar del verdadero saqueo. Cada vez que un telediario abre con una noticia de una casa usurpada, se está tapando una realidad mucho más grave: que en España sale más rentable especular con casas que trabajar 40 años.
No podemos permitir que nuestras ciudades se conviertan en resorts y que nuestras vidas estén supeditadas al capricho de una plataforma digital. No podemos seguir normalizando que la juventud viva en habitaciones precarias o que las familias se vean forzadas a abandonar sus barrios. La vivienda no puede seguir siendo un negocio. Debe volver a ser lo que nunca debió dejar de ser: un derecho básico para construir una vida digna.
El artículo está bien para explicar el problema del alquiler, y bien por ti. Ahora bien, no encuentro correcto minimizar el problema de la ocupación. Aunque se diga que es insignificante, no es cierto. No es normal que una persona pueda adueñarse de la vivienda de otra persona: provoca malestar, y en ocasiones, viviendas destrozadas, vecinos con miedo. A veces son muy problemáticos. Y si sumamos eso, afecta de modo indirecto a más familias.
ResponderEliminarVemos mafias que venden llaves. Mecanismos para meter a una madre con hijos unas cuantas horas hasta que llega el ocupa ilegal. Personas con recursos económicos que se aprovechan del sistema para vivir en una casa con piscina. Ayer vi a una mujer que todos los días se planta delante de su piso ocupado con una silla de playa.
Obviamente hay que ayudae a las familias sobretodo que tienen niños a su cargo. Pero debe hacerlo el estado, no a costa de los individuos.
Y por último: Sí, cada día veo noticias a cerca de la ocupación: pero también veo a diario noticias por todas partes del problema del alquiler de la vivienda.
Un saludo
Estoy de acuerdo contigo en varios puntos clave, y me parece importante aclarar bien la intención del artículo y los datos que expongo.
EliminarPrimero: nadie niega que la ocupación ilegal sea un problema real. Por supuesto que lo es, especialmente cuando afecta a particulares, a su vivienda habitual o a una segunda vivienda que no se está alquilando por razones personales o familiares. Casos como el que mencionas —la mujer con la silla frente a su piso ocupado— son tristes y preocupantes. También es cierto que hay mafias que se aprovechan de personas vulnerables y de los vacíos legales. Eso no lo cuestiono, y creo que el Estado debe actuar con firmeza para proteger a los pequeños propietarios y evitar este tipo de abusos.
Ahora bien, el enfoque del artículo no pretendía quitarle importancia a esos casos, sino ponerlos en perspectiva frente a otros problemas estructurales que rara vez generan el mismo nivel de alarma o cobertura emocional, a pesar de afectar a millones de personas.
Según los datos más recientes, la ocupación representa entre el 0,06% y el 0,30% del total de viviendas en España, mientras que la falta de vivienda asequible, el acaparamiento de pisos por fondos de inversión y la explosión del alquiler turístico afectan directa o indirectamente al 99% de la población: suben precios, expulsan a familias de sus barrios y destruyen comunidades enteras.
En cambio, los telediarios y muchos titulares proyectan la sensación de que cualquier persona corre el riesgo inminente de que le ocupen su casa, cuando los datos muestran que la gran mayoría de ocupaciones ilegales se dan en viviendas vacías de grandes tenedores o entidades financieras, y que los procedimientos legales para los casos particulares, si bien mejorables, existen y funcionan con más rapidez de lo que a veces se dice.
Por eso no minimizo la ocupación: simplemente intento no sobredimensionarla como si fuera el principal problema, porque eso, a menudo, desvía el foco de las soluciones urgentes que necesitan millones de personas que no pueden pagar un alquiler o acceder a una vivienda.
Y, sobre tu último punto: sí, ahora se habla mucho más de los problemas de alquiler en los medios, y eso es positivo. Pero sigue habiendo una narrativa dominante que presenta la ocupación como una amenaza generalizada y cercana, cuando en realidad la verdadera amenaza generalizada es no poder vivir donde naciste o trabajas.
Saludos! :-)
Gracias
Un saludo.
imagen hecha con IA (noticia totalmente sesgada) la mayor parte de viviendas turisticas las gestionamos propietarios particulares
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